SEGUNDA PARTE

(Por Manolo).-

1. Del frío del garaje al glamour del local

2. Lo nuestro no tiene nombre

3. Entramos en UR, conocemos al Dani y, aun así, con un par, nos metemos en el local

>> Ir a primera parte (por Pepe)

 

1. Del frío del garaje al glamour del local

Corrían los finales de 1990 cuando por fin me compré la batería. Nada menos que una Thunder con sólo un plato (un crash Turbo de 16’’ que sonaba a cacerola cosa mala) y un pie de charles que chirriaba más que un gato viejo. Pepe siempre me gastó cuchufletas con el ruido que hacía cada vez que abría el pedal: un kikluch-kicluch que se colaba por todas partes. Con el tiempo y con el dinero de algún concierto compramos un pie Gibraltar que era una maravilla.

Pero no adelantemos acontecimientos todavía.

La Thunder me costó 64.000 pesetas, que pagué en parte a plazos, con el aval de mi madre. La compré en Adagio de La Vaguada, una tienda en la que, según Javi, no había que poner ni siquiera los pies, así que de comprar ni hablamos.

Para ello tuve que estar trabajando de encuestador por las casas un par de meses. Pero por fin la batería se hizo realidad. Unos días antes ya había estado viendo los ensayos de la formación incipiente del grupo: Pepe con la Westone y un ampli de segunda mano Montarbo que estaba super trallado, Javi con su bajo Squier aún sin pintar y un ampli Peavey de 25 watios, David con el M1, el teclado Casio y el órgano Organizer, con un pequeño ampli Fender si no recuerdo mal y Duque, súper estelar, con una Fender Strato y un ampli Roland con efectos. Todo ello con un micro enchufado al ampli de Pepe y una caja de ritmos Yamaha.

Cuando les vi por primera vez me parecieron súper profesionales, sobre todo Duque en plan Hendrix y David manejando todos los teclados y la caja de ritmos (programada por él además).

Esto ocurría en el garaje de los hermanos Briz (David y Javier). Un sitio digno de empezar para un grupo como nosotros: mucho frío en invierno y un ruido que te mueres. Varios vecinos protestaron algunas veces, pero siempre tuvimos en el padre Briz a un acérrimo defensor, que decía que entre 11 de la mañana de un sábado y 15,00 horas teníamos todo el derecho del mundo a hacer ruido.

Aunque famosos fueron algunos episodios, como cuando un vecino gordo barbas, con un poco de frenillo, que tenía unas hijas apodadas ‘las meninas’, nos levantó la puerta del garaje, nos hizo parar y aunque parecía que venía con intenciones amistosas, después de hacernos dejar de tocar nos soltó a gritos "eshto es una murga inshoportable". Todo se saldó con una protesta oficial en casa Briz, que no tuvo mayores consecuencias.

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2. Lo nuestro no tiene nombre

Bueno, los primeros ensayos con batería yo creo que fueron apabullantes. Pepe estaba encantado de la vida y a algunos amigos que vinieron a vernos les parecimos un grupo de envergadura. Yo me enfrentaba al proceso de aprenderme un montón de canciones que tenían ya en repertorio y lo cierto es que me costó bastante. Pero en tres meses ya estaba totalmente metido en el grupo.

Por aquellos tiempos, éramos capaces de tirarnos en la cafetería todo el grupo tardes enteras, discutiendo de arreglos, temas, estrategias de banda etc etc. Confiábamos en triunfar y vivir de esto. Al menos Pepe y yo.Y pasamos un montón de horas buscando nombre, claro, algo que fue todo un parto de erizos. Varias tardes nos reunimos con la intención de no levantarnos sin nombre y fue un fracaso el tema.

Hasta que un día, por puro hastío, nos obligamos a traer todos una lista de nombres. Duque la trajo: todos empezaban con The. The votos, The sesperados... hasta que nos quedamos con The Mentes. Un nombre por el que no apostábamos, pero que al final duró toda la vida del grupo. Atrás quedaron otras tentativas: Resaca (les gustaba a David y Duque), Exxon Valdez (a Pepe y a mí), Tirandillo (a nadie), Despertaferro (sólo a Pepe)...

(Nota del transcriptor: Sí, ya sé que esto del nombre lo hemos contado antes, pero es lo que pasa cuando escribes por separado... Y nunca está de más otro punto de vista ¿no?)

Pasó el tiempo y poco a poco comprendimos que no era plan seguir en el garaje. No por los vecinos, ya que ese tema estaba controlado del lado de Briz padre, sino que se cumplió un ciclo. Unos meses antes, nos habría parecido innecesario irnos a un local, a pagar una mensualidad, teniendo el garaje gratis. Pero de repente nos dimos cuenta de que era necesario tener nuestro propio sitio para ensayar. Después de algunas tentativas infructuosas, alguien nos dijo que en Herrera Oria había un sitio donde ensayaban grupos. Fuimos para allá y...

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Entramos en UR: conocemos al Dani y aún así, con un par, nos metemos en el local.

Intentar describir lo que es UR y quién es el Dani, el responsable del garito, es complicado. Lo mejor es estar ahí y comprobarlo in situ.

UR es una especie de asociación para ‘viejos-no’ de Fuencarral. Tiene un bar que era un edificio de antes de la guerra, de lo más cutre del mundo, que hacía las veces de centro social. Su responsable, Dani, era un tío indescriptible. Con ojos de alcohólico, un mostacho canoso enorme, cara agresiva y una forma de hablar inenarrable. Su forma de razonar no tenía lógica además y sus chistes eran dignos de un ingreso en el manicomio.

La primera vez que le vimos salía del baño, con una mancha de humedad en la entrepierna gloriosa. Para entrar en el local nos pidió referencias y no nos dijo que sí enseguida. Vamos, como si fuera el Club de Campo poco más o menos.

El tío nos enseñó unos comedores con un estrado donde se daban conciertos y aquello era desolador. No es que fuera cutre, es que aquello estaba dejado de la mano de Dios. Los locales eran otra cutrería y estaban en el piso de arriba. Un local común para varios grupos (los Vodka and Roll, Blues Bordes y alguno más) y otro privado, donde compartían local unos incipientes Mago de Oz que ya iban de estrellas con otro grupo muy cachondo, que no tenían nombre, pero que les gustaba el ‘siniestreo’. Aunque no coincidimos mucho, hicimos ciertas migas con ellos.

En cambio lo de Mago de Oz fue penoso. Una vez me cogieron los platos y los dejaron encerrados en su local. Otra, vine un día por la tarde para coger mis cosas y estaban usando sin permiso mis cencerros. Eran unos impresentables y hacían canciones tan topicazo como ‘Sólo en la ciudad’ o versiones súper innovadoras de gente como Asfalto o Status Quo. Los tíos iban de profesionales y no paraban de echar gente del grupo, pero el líder, el batería Chus, era un desastre tocando. Todo un tarugo a los palos, aunque tenía una mega batería de 700 talegos. Pero siempre sonó a culo. Los aéreos le sonaban sistemáticamente a cotocló cotocló que era patético.

Bueno, a lo nuestro. En el local teníamos derecho a ensayar los domingos de 9,00 a 12,00 por 2.500 pelas al mes. Fue una etapa dura, porque madrugar en fin de semana no molaba nada. Aún recuerdo alguna llegada de Pepe, de empalmada total o incluso una vez que Duque llegó súper pedo y su padre no le dejó ir a ensayar ante su lamentable estado. Por no hablar de la noche que cambiaron la hora y me presenté en la casa de los Briz (íbamos todos a ensayar en el viejo 131 ranchera que luego el padre Briz regaló al grupo) una hora antes. Llamé al telefonillo, desperté a la madre y me dijo que todo el mundo estaba durmiendo aún. Pero el caso es que para ser unos tíos de menos de 20 años, fuimos cantidad de cumplidores y en general llegamos puntuales casi siempre.

Al cabo de un año, pudimos tener un local para nosotros solos. El Dani nos dijo que habían hecho obra y estaban disponibles unas salas para uno o dos grupos. Cuando nos la enseñó, se nos cayó el alma a los pies. Eran de puro hormigón. Pero nos pusimos a la tarea, lo forramos con porexpán y lo enmoquetamos. Para eso utilizamos los artificios de Pope (otro personaje singular donde lo haya), que era amigo de un moquetero millonetis de Madrid.

Un día el padre de Pope llegó con un Panda lleno de retales de moqueta, como para tres locales. Quedó la mar de bien el local. Entonces el impresentable del Dani, cuando tenía que enseñar los locales a otros grupos, enseñaba el nuestro.

Eran famosos nuestros ensayos en los que de repente aparecía el tío con otros incautos y decía "¿véis? Este local ya lo hemos acondicionado" y se largaba a la carrera con los futuros clientes, antes de que pudiéramos aclarar que el tío no había hecho ni el huevo y que todo había sido fruto de nuestro trabajo.

Todo terminó el día que entraron a robar. Se llevaron la Jackson de Pepe, la Strato de Duque (luego la recuperó) y lo malo es que varios vecinos identificaron al chorizo. Pero no quisieron declarar. El Dani dijo que iría a por el drogadicto que nos robó, pero todo quedó en palabras. Por lo demás, cómo olvidar la bollería que tenía (del día ante siempre, absolutamente tiesa) o unas cebolletas que nos ponía de aperitivo, absolutamente repugnantes. En fin, un grupo que aguanta tres años en UR, está capacitado para llegar a las más altas cotas... de la miseria.

Cuando se fueron Mago de Oz, pasamos a ser nosotros las estrellas del local. Así lo dijo el Dani una vez, cuando nos consultó un tema que afectaba a todos los grupos: "os lo digo a vosotros, porque de alguna manera sois los más cualificaos".

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